martes, 20 de marzo de 2018

Lunes de Aguas, historia, romance

Historia de el Lunes de Aguas

El lunes de aguas es una fiesta exclusiva de la provincia de Salamanca que se celebra entre amigos y/o familiares que se reúnen para ir a comer al campo.

El origen de esta fiesta popular se remonta al siglo XVI, cuando el rey Felipe II, de 16 años y profundamente católico, dicta unas ordenanzas según las cuales las mujeres públicas, que habitaban en la Casa de Mancebía de la ciudad, debían ser trasladadas, durante la Cuaresma, fuera de la ciudad.

Felipe II se casó en Salamanca y tras la fiesta comprobó como en la ciudad había un ambiente de estudiantes jóvenes con mucha pretensión sexual y por ello tomó la decisión de exiliar a las prostitutas fuera de la ciudad, para evitar los pecados carnales.

A partir del Miércoles de Ceniza, las prostitutas abandonaban su residencia habitual y eran trasladadas al otro lado del Río Tormes. El responsable y encargado de vigilar, cuidar y atender a las prostitutas era el denominado “Padre Putas”. Este personaje (convertido eufemísticamente en el Padre Lucas, el cabezudo más famoso perseguidor de niños en los días de las fiestas salmantinas) acompañaba a los estudiantes a recoger de su exilio a las prostitutas, siempre el lunes siguiente al de Pascua (Lunes de Aguas).

Ese lunes, miles de salmantinos se acercaban a la ribera del río con sus barcas para recibir a las mujeres. Algunos incluso las ayudaban a cruzar el río, todo esto durante una fiesta en la que había alcohol, comida y sexo.

Aunque se ha perdido dicha tradición tan salvaje aún se conserva la idea de juntarse con amigos o con la familia e ir al campo o al río para degustar un buen hornazo.

"Padre Putas" era el nombre que el cortejo encabezaba; disculpen tal expresión pero es esta la palabra.

Escuchen Vuesas Mercedes

la historia que se relata

que año tras año acontece

en tierra de Salamanca.

Sucede al octavo día

de la muy Santa Semana;

Nuestro Señor resucita

la Cuaresma es terminada.

Tiempo de recogimiento,

de ayunos y de plegarias,

tascas, cantinas, tabernas,

sus postigos los cerraban,

burdeles y mancebías,

los faroles apagaban

que en la vigilia, la carne,

al vulgo le era vedada

y los placeres carnales,

¡echados de las murallas!


Mas al llegar esa fecha,

tan gozosa y celebrada

que hoy nos conmemoramos,

llamada Lunes de Aguas,

toda aquella algarabía

a la villa regresaba

del arrabalero exilio

que la moral demandaba.


"Padre Putas" era el nombre

que el cortejo encabezaba;

disculpen tal expresión

pero es ésta la palabra

(mi ánimo no es ofender

las virtuosas sotanas)

pero es que cruzando el Tormes,

alegremente embarcadas,

encontrábamos rameras,

prostitutas, barraganas,

mujeres de vida alegre,

seductoras, cortesanas,

que su oronda mercancía

jubilosas la mostraban.


Tras los salmos y los rezos

la veda era levantada

y así al mando de ese cura

de caritativa alma,

la muy excelsa capital

culta y universitaria,

con grande satisfacción,

el regreso proclamaba.


Lunes risueño y festivo,

se bebía, se jugaba,

corría el vino a raudales,

se comía, se apostaba,

que la vida licenciosa

a la villa era llegada;

terminose la Cuaresma,

¡la vigilia era olvidada!


Con productos de la sierra,

inigualables viandas,

con chorizo y con jamón

y lomo de la matanza,

preparábase la típica

y contundente empanada,

que con el nombre de hornazo,

quedó entonces bautizada.



Hoy varios siglos después

del trasiego de las barcas,

cuando viejas prohibiciones

han sido ya relegadas,

en la época de internet,

del WhatsApp y la informática,

al llegar octavo día

de la muy Santa Semana,

contínuase celebrando

tradición tan ilustrada

y en las riberas del Tormes,

en las dehesas y campas,

en los bosques y praderas

de toda la tierra charra,

allí júntanse las gentes

a festejar la jornada

y sigue siendo el hornazo

el rey de toda quedada.


Disfrútase la reunión

y las sabrosas viandas,

conmemorando la fecha

que hoy a todos nos hermana

y que he querido contarles

en la forma de romanza.


Vuesas Mercedes dirán

si han sido bien informadas

del magno acontecimiento

que se celebra en la plaza,

una fecha singular

llamada "Lunes de Aguas"

que año tras año acontece

en tierra de Salamanca.


jueves, 18 de enero de 2018

El Mariquelo


 Una tradición que se ha mantenido viva de forma continúa desde el año 1.755 hasta nuestros días, a excepción de 8 años comprendidos entre 1.977 y 1.984. 

El Mariquelo era, originalmente, miembro de una familia, "Los Mariquelos", que debían subir todos los años a la torre de la catedral nueva de Salamanca, en agradecimiento a Dios porque el terremoto con epicentro en las costas de Portugal habido en el año 1755 no causó apenas daños en la estructura de dicho edificio y no había causado pérdidas personales...



El Mariquelo actual acercándose a la catedral a lomos de su yegua "la bailadora", que le ha acompañado durante 25 años.

Historia:

El 31 de octubre del año 1.755 se registró un fuerte terremoto en las costas de Cabo de San Vicente en Portugal. Se calcula que pudo tener una magnitud de 9º en la escala de Richter, que a su vez provocó un tsnami que afectó  a buena parte de Europa Occidental y el norte del continente africano.

Pero principalmente pasó a la historia por el hecho de que ambos fenómenos debastaron por completo la capital portuguesa, pasando a la historia por ser conocido por "el terremoto de Lisboa".

En Salamanca, ciudad relativamente cercana a la ciudad de Lisboa, se dejaron sentir los efectos y la población, muy asustada, corrió a refugiarse a la recién construida Catedral Nueva, finalizada en 1.733. La construcción permaneció casi intacta tras el suceso, algunas figuras de la fachada sufrieron serios daños al desprenderse y caer al suelo; aunque el mayor daño lo sufrió la torre que quedaría ligeramente inclinada. Ésta fue reforzada en varias ocasiones por temor a que se derrumbara, por lo cual en la actualidad, a simple vista solo puede apreciarse una falta de esbeltez de su trazado.




Se cuenta que, con motivo del fuerte temblor, las campanas tocaron sin que interviniera mano humana, lo que en su día, se tomó como un milagro.

Inicio de la tradición:

En conmemoración de aquel día, el Cabildo catedralicio de la ciudad estableció que todos los días 31 de octubre subiera alguien a la torre para tocar las campanas, para dar gracias a Dios y pedir que el terrible suceso no se repitiera. Además, era necesario medir año tras año la inclinación de la torre para comprobar que no siguiera inclinándose.
Los encargados de iniciar esta costumbre eran miembros de una familia llamada "Los Mariquelos", que vivía dentro de la catedral y que se encargaba del cuidado del templo y de tocar las campanas cuando correspondía.

El último Mariquelo de dicha familia fue don Favián Mesonero Plaza, que dejó de subir al cimbalillo en 1.977, fue en realidad el último auténtico.
Sin embargo en el año 1.985, Ángel Rufino de Ha
ro rescató el rito que ha llegado hasta la actualidad; aunque sin tener relación alguna con la familia original, éste se apropió y conserva el apodo de "el Mariquelo" y ataviado con el traje charro, típico de la ciudad salmantina, sube hasta el punto más alto de la torre (aunque actualmente el cabildo ha ordenado que ya se no suba a la citada bola, dada la peligrosidad de este último tramo y además ha de subir asegurado por un arnés, previa contratación de un seguro de accidentes), y una vez allí toca una charrada con la gaita y el tamboril, instrumentos típicos de Salamanca.

La primera parada suele hacerla para asomarse por una ventanita que tiene el reloj desde donde,  ayudado por un sistema inalámbrico, suele dirigirse al público diciendo algunas palabras.




La segunda parada suele ser en las campanas de la torre, desde donde suele hacer reivindicaciones de temas de actualidad. Una vez terminadas sus palabras se suele dar suelta a unas palomas blancas en señal de que sean mensajeras de paz, igualdad y concordia para la humanidad.


Acto seguido sube el último tramo, (no permitido en la actualidad), hasta el pináculo, incluso hasta la bola de la veleta llamado "Cupulín".

Esta centenaria tradición, está próxima a ser declarada Fiesta de Interés Turístico Regional, una vez cumplimentados todos los trámites y requisitos requeridos.

Con la esperanza de la llegada de dicha declaración, que tendrá que otorgar la Junta de Castilla y León, el Mariquelo subirá cada año la víspera del día de Todos los Santos al campanario de la catedral. Esta acción es, principalmente, una acción de gracias que se debe de salvaguardar y conservar para las generaciones venideras.




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